RESISTENCIA AL CAMBIO Y LA
INNOVACIÓN

Diversas variables impiden, obstaculizan o
condicionan los procesos de cambio e innovación educativa. Algunos, de carácter
subjetivo, tienen que ver más directamente con la actitud, la conciencia y la
cultura docente. Otros, por el contrario, se relacionan más directamente con
las condiciones en que el profesorado ejerce su oficio. Con frecuencia, no
obstante, confluyen de forma interdependiente los factores objetivos y
subjetivos.
Carbonell (CAÑAL DE LEÓN, 2002) agrupa
estos factores contrarios, o como él los llama, los siete pecados capitales de
la innovación educativa, en los siguientes:
1-
La inercia
institucional: Existe una predisposición a continuar trabajando tal como se
hace y se ha hecho toda la vida. Lo nuevo asusta e inquieta al profesorado
porque pone en cuestión la acomodación a lo ya conocido y el mantenimiento de
intereses y rutinas personales y profesionales muy arraigados. La docencia gusta,
en su versión más alienada y funcionarial, de la estabilidad, la comodidad y la
previsibilidad. Además, históricamente, las instituciones se han basado más en
la continuidad que en el cambio.
2- El individualismo: La cultura del
individualismo docente se relaciona con metáforas del aula como caja de huevos.
Su seña de identidad es la excusa de la autonomía o la independencia, entendida
en clave de aislamiento y soledad absolutos. Se trata de un poder débil, pero
el apego del profesorado al aula como territorio o finca particular, en el que
nadie ni nada se inmiscuye ni lo altera un ápice, le proporciona una gran seguridad.
3- El corporativismo: Este tiene dos
expresiones organizativas: la constitución de pequeños grupos dentro de la institución
escolar atendiendo a su pertenencia a un ciclo, departamento o área de
conocimientos que pugnan entre sí por la obtención de más recursos, cuotas de
poder y una mayor legitimidad; y la del colectivo docente en su conjunto que
antepone la defensa de sus intereses particulares –no siempre justos ni
justificados- a los generales de la comunidad educativa. En este sentido,
muestra su poder hegemónico en la toma de decisiones ante el alumnado y las
madres y padres, sectores a los que ignora o minusvalora o con los que busca
más el enfrentamiento que la colaboración.
4- La
formación del profesorado: Al margen de
su mayor o menor predisposición al cambio, se constatan grandes lagunas en su formación
inicial y permanente. Un amplio sector del profesorado sólo está capacitado
para la mera transmisión de contenidos. Y es obvio que enseñar la asignatura no
basta; hay que disponer también de estrategias y recursos diversos para
provocar un aprendizaje significativo y vinculado a las necesidades del
alumnado y del entorno. Su capacitación, por otra parte, ha sido y continua, siendo
muy academicista y no se piensa el desarrollo profesional para la reflexión en
la acción ni el trabajo cooperativo, condiciones imprescindibles para lograr
una autonomía responsable y generar procesos de innovación.
5- La falta de un clima de confianza y
consenso: No hay posibilidad de innovación sin un clima de confianza en el seno
de los equipos docentes y en la comunidad escolar para compartir objetivos y
proyectos comunes. Son requisitos previos o paralelos para emprender cualquier
tipo de iniciativa. Ello requiere, sobre todo, modificar aspectos de la
organización del centro, así como los mecanismos de comunicación,
representación y comunicación entre todos los sectores afectados. Se trata de
crear el ambiente psicológico y ecológico adecuado para la mejora de las
relaciones humanas y profesionales.
6- La intensificación del trabajo
docente y el control burocrático: Son diversos y ampliamente difundidos los
análisis en torno a la intensificación de las tareas docentes y la
proletarización del profesorado. Cada vez más los cambios acaecidos en la
sociedad se traducen en nuevas demandas a la escuela como si ésta tuviese la
clave para la solución de todos los problemas. Esto conlleva un agobio y el
aumento del llamado malestar docente. Al respecto, conviene tener claro que las
responsabilidades de la educación han de ser compartidas por todos los agentes
sociales y en ningún caso pueden afrontarse desde la soledad de la institución.
7-
La falta de
apoyos de la administración educativa: La escasa sensibilidad de los poderes
públicos hace que los presupuestos de educación sean bajos, los recursos
técnicos y humanos escasos y los apoyos a la labor docente insuficientes. Esta desidia
es aún mayor en la planificación, seguimiento y evaluación de los proyectos
innovadores.
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